Hace un tiempo hablé aquí el lamentable estado del sistema de publicación científica y recientemente me ha venido algo a la cabeza que creo que merece la pena añadir. Si no saben cómo funciona todo el tinglado les recomiendo que se pasen por ese enlace antes de seguir leyendo, que voy a profundizar un poco más en el tema, y con derrapes.

El único artículo que salió de mi post-doc se ha publicado recientemente en NeuroImage: Clinical, lo cual es sin duda causa de alegría y regocijo para sus autores, al menos aquellos que aún siguen en el mundo académico (que vienen a ser todos menos el menda).

Como ya comenté en su día, el proceso de revisión se alargaba más de lo previsto, así que los autores decidimos subir la versión pre-publicación a arXiv, un repositorio de preprints, que no son más que los manuscritos "en bruto". La utilidad de permitir que el resto de la comunidad académica le eche un ojo a estos escritos antes de su publicación oficial (si es que llega a haberla) es que así se señala que nuestro grupo de investigación está trabajando en ese tema determinado, y se abre la posibilidad de recibir feedback de forma más rápida.

La diferencia entre el manuscrito que nosotros subimos a arXiv y la versión que se publicará en la revista, en cuanto a contenido, es nula. El último revisor, tras varios meses de silencio, nos dio su bendición y no pidió cambios adicionales (¡somos parte de la mayoría silenciosa!). En cuanto a formato, habrá un cambio radical, las tablas estarán mejor maquetadas, el texto quedará a varias columnas y demás.

En cuanto a pasta, la broma son unos 1800 dólares, si la memoria no me falla. Este dinero lo pone McGill de fondos que dispone gracias a becas y demás.

Por supuesto, el preprint no cuenta a la hora de elaborar un currículum. Tiene cierto sentido: yo podría subir cuarenta manuscritos mañana y engordar mis credenciales1. Eso sí: el e-mail de aceptación que nos envía la revista cuando ha terminado con el proceso de revisión si el editor así lo cree conveniente es como si estuviera tallado en platino. Desde ese momento ya podemos poner el artículo entre nuestras publicaciones con la anotación "aceptado para publicación" (porque aún no tendremos una referencia bibliográfica completa).

A partir de esta línea no hay ningún comentario constructivo.

Obviamente, a casi ningún académico que conozco le gusta este sistema. Personalmente, creo que habría bombardear con meteoritos las sedes de las mayores editoriales científicas del mundo, enviarle las cenizas a la muchacha de Sci-Hub como ofrenda y, en el hueco que haya quedado, esparcir sal, napalm y ébola para que no vuelva a crecer nada parecido.

Desde dentro es muy jodido pegarse contra esto. Las publicaciones son todo lo que un académico (sea estudiante de doctorado, post-doc, investigador contratado o señor de sus propias tierras) tiene para ir avanzando dentro de la jerarquía de turno. Y cuanto más conocida es la revista, mejor. Uno puede rechazar ser revisor para ciertas revistas (ya ha pasado más veces) o puede intentar ponerse alternativo y probar revistas que usan open access platinum, que suelen ser revistas editadas por universidades u otras instituciones en las que nadie, ni el que publica ni el que lee, tiene que pagar. Prueben a comentarle esto al investigador principal de su grupo y luego me escriben contándome la cara que les ha puesto, que seguro que da para historieta. Resulta que el sistema (¡oh, sorpresa!) no da incentivos para su propia destrucción.

Todo esto es resistencia pasiva: se siguen acatando las reglas, pero participando lo menos posible. Luego está lo que dice Javier de la Cueva: que uno tiene la obligación moral de hacer quebrar a las empresas cuyo modelo de negocio pasa por vulnerar nuestros derechos.

Así que me planteo: dado que hacen falta publicaciones, y las publicaciones están controladas por un oligopolio, ¿hay alguna forma de cuadrar el círculo, y conseguir publicar y a la vez hacer daño a estos cánceres a extirpar?

La definición de preprint que da Elsevier es interesante (la negrita es mía):

This is the author's own write-up of research results and analysis that has not been peer reviewed, nor had any other value added to it by a publisher (such as formatting, copy-editing, technical enhancements, and the like).

Tiene sentido que separen la revisión (que es algo que, aparentemente, simplemente ocurre) del resto de cosas que hace la editorial porque aunque es la parte más importante de todo el proceso de publicación, también es la única en la que Elsevier no hace nada. El editor es voluntario (generalmente, salvo contadas excepciones) y los revisores también. Todo es trabajo gratuito. Luego viene todo este "valor añadido" (risas de lata aquí), pero a mí lo que me importa es el trabajo de los revisores. Las obras y opiniones de los maquetadores, la gente de relaciones públicas, el Social Media Manager, el Future Functionality Coordinator o el Product Creative Facilitator2 no me la podían pelar más.

Vamos, que lo que quiero de una revista es que me coordine con los revisores para poder hacer los cambios que sean precisos y me deje tranquilo. Y eso es algo que creo que, en teoría, puede conseguir uno mismo.

Por supuesto, todo esto que voy a escribir aquí debajo es una paja mental cinco estrellas que no funcionará nunca, entre otras cosas porque tiene en cuenta el modelo de funcionamiento actual y no las modificaciones que se le podrían hacer (como pago simplemente por revisar --que ya hay revistas que lo hacen--, elaboración de listas negras o la necesaria firma de un acuerdo previo a la revisión que no nos permita sacarnos de la manga el punto 3 de la lista que leerán a continuación), y porque nadie estará lo suficientemente tarado como para intentarlo3, pero me hizo gracia y me hace ilusión compartirlo:

  1. Se escribe el artículo y se sube el preprint a donde corresponda.
  2. Se envía el artículo a la revista que toque y vamos lidiando con los revisores que vayan saliendo: el que sabe de lo que habla, el que no tiene ni idea y el que le ha pasado el marrón a sus alumnos de doctorado y no se ha mirado lo que le han devuelto.
  3. Una vez que el artículo esté aceptado, se guarda con mucho cariño el e-mail del editor en el que nos comunica las gratas noticias y se escribe a la revista para decirles que gracias, pero que queremos retirarlo. O mejor aún, para tener bloqueado el sistema: se hace lo que los modernos llaman ghosting, no se responde a ningún e-mail más y por supuesto no se firma la cesión de copyright ni se suelta ni media perra. Hasta este momento nadie ha firmado nada, así que que yo sepa no se está incumpliendo ningún contrato.
  4. Se actualiza el preprint con una copia del texto finalmente aceptado y el e-mail del punto anterior. La referencia a partir de ahora es: "Título, autores. Journal of What Are We Doing With Our Lives, accepted for publication".

Y con esto la revista ha trabajado para nosotros y no al revés4.

Y alguien diría: pero es que si todo el mundo hiciera esto, no habría revistas.

Claro. Precisamente.


  1. pero no me voy a presentar a liderar ningún partido político, así que para qué. 

  2. sacados de aquí. Acabo de leerme Bullshit jobs y vengo calentito. 

  3. y mucho menos para sincronizarse y hacer un Fuenteovejuna épico. 

  4. en este sentido, las editoriales académicas son como las redes sociales: a nadie le terminan de convencer, todo el mundo que las usa acaba más quemado que el palo de un churrero y además, en última instancia, lo que están haciendo es proporcionar el material y la labor para que los explote otro. 

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