Me gusta mucho el término podemita. Denota poco menos que el creyente en una secta. Se ha convertido en el término de facto, a pesar de ser el equivalente a sociata y pepero directamente, sin pasar por la casilla de salida y sin cobrar los 20.000. No he sido capaz de localizar al autor original, pero este artículo de El País abunda en la idea:
Los miembros de Podemos reciben el nombre de "podemitas", pese a que nadie ha acudido a ese mismo recurso derivativo del idioma para decir "ciudadanitas" o "upeyditas". Y resulta curioso que se deseche la opción más productiva en español en estos casos: el sufijo -ista (en vez de -ita), que nos daría "podemistas".
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Nótese por tanto que -ista refleja que alguien está a favor de una persona o una idea, mientras que los usos comparables de -ita nos sugerirán más bien una relación religiosa entre la idea o la persona y sus seguidores. No decimos "marxita", ni "centrita", por ejemplo, pero sí "cenobita" o "carmelita".
Lo que me sorprende, a estas alturas, es que dada la trayectoria del Partido Popular1 a nadie le haya dado por llamar a sus dirigentes sobornitas, que es exactamente de la misma escuela y tiene un añadido sexual híperrancio de regalo muy acorde a los resultados de sus actividades. Aquí lo dejo.
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Quiero decir: de un numerosísimo conjunto de casos aislados. ↩