Aunque llevo años viviendo en Montreal, sigo votando "en" Madrid cuando toca, así que de vez en cuando sigo leyendo las noticias de lo que pasa allí. El otro día, dándome una vuelta por esta ciudad, que está subiendo su nivel de alerta provincial, y más que subirá, ahora que han abierto los colegios y hay que salvar las cafeterías del centro volviendo a las oficinas (hasta que se descubra que es una malísima idea y nadie sabrá por qué), se me ocurrió algo.

Madrid está gobernado por un partido nacional-liberal, apoyado por un partido liberal-nacional y por uno nacional-frenopático. Todos coinciden en que en cuanto los individuos intentan maximizar su beneficio propio habrá riqueza, prosperidad y bienestar para todo el mundo. Ya estamos en el noveno mes de la pandemia y todo actor racional sabe cómo se extiende el virus, qué medidas de precaución hay que tomar y cómo actuar en caso de contagio; dadas todas estas condiciones, todo tiene que ir bien por definición, porque lo contrario implicaría que la gente no se comporta racionalmente, y eso no puede ser.

Ahora leo en las noticias que el gobierno de la comunidad, que por su propia definición es ineficiente, burocrático e incapaz de procesar toda la información existente, va a decir lo que hay que hacer.

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